16 jul 2011

Todo héroe necesita a su Némesis




El hombre luce una inquietante sonrisa. Entonces me giro y lo entiendo. 

La bestia primigenia se alza a mis espaldas, enfurecida. Activo mi armadura de luz, y trepo a zancadas por los pliegues de su cuerpo. Desenvaino en el camino la Espada de Melodías, y con cada nota secciono uno de sus tentáculos. Un último golpe y cae finalmente a las profundidades de las que surgió.

Me acerco al científico loco, ahora sólo otro patético hombrecillo cuyo plan ha fracasado.
Por un momento un escalofrío invade mi cuerpo, acompañado de un pensamiento: Si esta gente no reflejara tan exageradamente sus emociones, habría muerto hace mucho tiempo.


0 comentarios:

Publicar un comentario