8 jul 2011

El Elegido

No dije que lo sabía. Opté por hacer trampas. No puedo negar que sentía que me estaba ganando algo de mal karma con todo aquello, pero sólo podía pensar en playas doradas, con enormes olas rompiendo en un millón de diminutos diamantes de luz.

Tras enseñarme varios objetos, me explicaron que así averiguaban quién era la reencarnación del próximo Dalai Lama; que habían pertenecido a sus anteriores reencarnaciones y que el auténtico los reconocería. Que lo lamentaban, pero yo no era el elegido.
Me sentía un poco culpable, y extrañaré aquella peonza, pero llevaba cientos de años deseando subir a una tabla de surf.


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