19 jul 2011

Cena para Dos

La cena se enfriaba en la mesa.
-¿No lo probarás? –Dijo él apesadumbrado
-Otra vez pasta. Sabes que tengo el estómago delicado.
-Siempre te quejas de que no salimos a cenar.
-Pero esperaba algo con más categoría –miró de soslayo a los camareros- No otra vez este sitio.
-Antes te encantaba –intentó calmarla– Y te agradecería que bajaras la voz.
-¿Por qué? –Miró irritada, nuevamente, a los italianos –No van a entendernos.

Los camareros observaban la escena desde la puerta.
-¿A qué vendrá este escándalo? –susurró el bajito.
-Es culpa tuya –le espetó el otro volviéndose al restaurante- por alimentar a todos los perros vagabundos del barrio.



18 jul 2011

Dudas


A mí me empiezan a entrar dudas. El perro, el cerdo, y el conejo están listos. Asienten las tres caretas y salimos del coche, justo frente al banco. 
Anoche llamé al trabajo para decir que estaba enfermo. Una mentira necesaria para cometer un atraco en mi horario laboral. Entramos arma en mano y voy a la caja fuerte. Nunca he hecho algo así. No quiero parecer poco profesional, pero no puedo evitar sentirme culpable. 

Sale de su despacho el director del banco y me entran dudas.
No sé si controlarme para no estropear el golpe de mi vida o aprovechar y pegarle un tiro a mi jefe.


16 jul 2011

Todo héroe necesita a su Némesis




El hombre luce una inquietante sonrisa. Entonces me giro y lo entiendo. 

La bestia primigenia se alza a mis espaldas, enfurecida. Activo mi armadura de luz, y trepo a zancadas por los pliegues de su cuerpo. Desenvaino en el camino la Espada de Melodías, y con cada nota secciono uno de sus tentáculos. Un último golpe y cae finalmente a las profundidades de las que surgió.

Me acerco al científico loco, ahora sólo otro patético hombrecillo cuyo plan ha fracasado.
Por un momento un escalofrío invade mi cuerpo, acompañado de un pensamiento: Si esta gente no reflejara tan exageradamente sus emociones, habría muerto hace mucho tiempo.


15 jul 2011

Instinto Primario





"Esta vez no erraré el tiro". Ese pensamiento acompañó la trayectoria de la flecha. La punta de ésta atravesó limpiamente la espalda del chico, alcanzando de lleno su corazón. Estalló en fuegos artificiales.
La joven, ni alta ni baja, era de la estatura justa para encajar con el muchacho, quien ya se le acercaba.
Cupido se lamentó, y partió furioso una de sus flechas en la rodilla.

-¿¡De qué está hecha esta gente!?

Buscó otra presa. Prefería los adolescentes porque le parecían más débiles y solían desplazarse en manada, lo cual ayudaba a no errar el tiro.
-Sólo quiero comer algo -gimió tensando el arco.




14 jul 2011

Aspiraciones laborales





La serpiente me quedó más gorda de lo previsto.
-Menuda chapuza -comentó con desdén otro ángel por encima de mi hombro. En el fondo era natural; me envidiaba porque me encargaba de los animales, mientras que a él le asignaron las piedras. Ni siquiera minerales, sólo piedras. Debe ser lo más aburrido de todo el Plan.

Aunque tenía razón.
Quizá con unas alas pudiera disimularlo un poco.
Ahora parecía una serpiente gorda con alas.

Puede que unas patas ayudaran. Volvió a pasar por detrás de mí con otro ingenioso comentario:
-Ya puestos, ponle fuego en la boca y suéltalo por el mundo.

Creo que jamás me asignarán el ornitorrinco.



13 jul 2011

Incertidumbre





-Entonces, ¿cómo podemos saber que esto no es un sueño?-decía Ana.

Esa idea era inquietante. El rostro de él parecía apesadumbrado ante aquel pensamiento en voz alta. Cambió su expresión, para tranquilizarla. Sonrió y contestó:

-Si así fuera... ¿no es increíblemente hermoso?

Contemplando ese rostro calmado, seguro, real, Ana comenzó a apaciguar aquel miedo.
En ese instante el sonido del despertador, aun lejano, la hizo sobresaltar...

No tanto por la confirmación de lo que había sido su mayor temor, sino por verse a través de aquellos calmados, seguros y reales ojos. Y en los últimos instantes antes del despertar, sentirse aterrada ante la posibilidad de que el sueño no fuera suyo.







12 jul 2011

Bábushka



La mujer que había dentro de mí era ligeramente más bajita. También disfrutaba de un rico mundo interior, sólo que claramente más pequeño que el mío.

Es difícil precisar cuándo vi la luz. La autoconsciencia es un paso inmenso, especialmente cuando pasas de mujer rural en un entorno oscuro y claustrofóbico, a sentir que repentinamente el vasto mundo se abre ante ti. Una interesante sensación que apenas pude disfrutar, siendo abierta en dos a los pocos segundos.

A media altura contemplé aterrada a aquella mujer de mi interior, y a la enorme media mujer que reposaba a mi lado.
Todas pertenecíamos al mismo cruel juego sin sentido.